Para tejer

Estos días, después de un tiempo en que me pregunté lo mismo, vuelvo a cuestionarme sobre el significado de tejer; sobre todo ahora en el contexto de TRAL, donde queremos tejer redes de y para el aprendizaje. Estos cuestionamientos me han recordado a mi abuela, simplemente porque fue una gran tejedora, lo hacía por gusto. entre mis recuerdos la veo tejiendo o leyendo; como si en eso se le hubiera ido la vida. Aún conservo un par de cobijas y este jorongo que me regaló.



Nunca me habló sobre qué es tejer y en qué consiste. La observé haciéndolo, intentó enseñarme. No fue vano el intento, pero sí efímero. Nunca llegué a hacer una sola pieza, simplemente porque nunca ejercité lo suficiente. Ahora puedo afirmar que para tejer se requiere de mucha ejercitación, y que este mucho hacer y hacer con los hilos y la aguja nos va perfilando un modo preciso de ser cada uno de nosotros. Aunque tejamos lo mismo nunca tejemos igual; cada quien tiene su propio estilo de tejer. Por eso, podemos llegar a decir de alguna pieza “este es el tejido de fulana o fulano”. En la ejercitación vamos delineando nuestra propia prestancia, nuestro modo propio de hacer. Esto se lo aprendí a mi abuela y lo ví reflejado en las reflexiones de Ortega y Gasset, Ingold, Marías y Heidegger. Tejer redes de y para el aprendizaje también requiere de ejercitación, una en donde el arte de la conversación es fundamental; y aunque conversemos sobre lo mismo, no lo hacemos igual.

 

Pero la ejercitación al tejer, aunque empieza con aprender ciertas puntadas, cobra su sentido más amplio cuando se hace para crear algo. Podemos decir que estamos tejiendo cuando tenemos en mente para qué tejemos y qué es lo que resultará de esto. en ocasiones, sabemos también para quién estamos tejiendo. Sabemos que lo que imaginamos como producto final del tejido nunca es lo que resulta, pero aún así, “la cosa proyectada”, es decir, la pieza que imaginamos, sus formas, texturas y relaciones, organiza todas nuestras acciones de tejido. Sin un algo específico como producto el tejer se vuelve un mero hacer que termina en la acción misma; es decir, que no tiene trascendencia más allá de lo hecho: hacer y deshacer son acciones complementarias. Cuando hay un propósito o producto, el hacer se vuelve tejer, cobra sentido y significación; entonces podemos enunciar esa frase que dice mucho más de lo que creemos: “vale la pena hacerlo”. Tejer redes de y para el aprendizaje tiene sentido cuando sabemos el rumbo y el producto de lo que estamos conversando y tejiendo. Las personas con las que me encuentro en un tejido de esta índole tienen una voz y “vale la pena” pronunciarse frente a la voz del otro para reconocer el mundo y reconocernos a nosotros mismos.

 

Un buen día, mi abuela comenzó a practicar nuevas formas de tejer. Formas que incluyen el modo de sentarse, de tomar las agujas, de pasar el hilo por pora parte de la mano y no por la otra, y otro montón de cosas que no pude registrar y por eso se me escaparon, pero que exceden a lo que creemos el mero acto de tejer. Formas que dan cuenta de que cada acción se da en un ambiente enriquecido por un conjunto inimaginable de relaciones. Hoy en día dicen que eso es innovar, es decir “mejorar el proceso”. A mi me parece que hay algo de razón en esto que se dice; sin embargo, me gusta más pensar que es el camino en que cada uno descubre su modo propio de hacer con las cosas; es lo que cada quien da a los demás. En el tejido de las redes de y para el aprendizaje, esto se refiere al modo propio de construir un objeto en la conversación con otros; también una forma específica de mirar las cosas, cada quien tiene la suya, y la recibimos como regalo. Por eso, por ser regalo, parafraseando a Strathern, lo único que se espera es un intercambio. Este es el valor de compartir lo propio.

 

Con el tiempo y de alguna manera en un momento en que podemos decir que mi abuela ya era una gran tejedora, creó cosas nuevas. Ya venía inventando desde hacía tiempo. Al igual que en lo s inicios del tejido, supongo, se trataba de ensayar, ejercitar, hacer y volver a hacer hasta lograr primero, crear-imaginar la forma nueva y después el objeto con una forma parecida. Y con esta nueva forma, creó un nuevo mundo, sí, de ese tamaño, estoy seguro, porque el mundo lo viví de manera diferente con alguna de sus piezas. Así también, al tejer redes de y para el aprendizaje, aprenderemos nuevas conversaciones y formas de conversar y, con ello, podemos crear nuevos mundos. En este sentido, TRAL es una creación donde el mundo se ve diferente para los que participamos en ella; un mundo donde los medios para conversar son variados, diversos y, muchos de ellos, nuevos para nosotros. Podremos crear nuevas miradas sobre el mundo y sus objetos, unas que nos ayuden a promover más humanidad, más libertad, más gusto por la vida; al menos eso espero.


Así pues, ejercitar, proyectar, mejorar e inventar son rasgos propios del tejido de la redes de y para el aprendizaje. Son rasgos que, cuando los hemos incorporado, hecho nuestros y practicados de manera cotidiana, podemos convocar a otros y modelar el modo de hacerlo; sabiendo siempre que cad quien hace su camino.

Publicado por

Francisco Morfin Otero

Profesor en ITESO: las TIC y la Educación, el impacto social de las TIC

7 comentarios en «Para tejer»

  1. Paco, qué padre ejercicio.
    El propósito, el producto, la práctica, ese ir tejiendo a través de la conversación. Lo que conversamos, el modo como lo hacemos nos hace encontrarnos con el otro de modo singular, me hizo pensar en el material que usamos al tejer (el hilo), sus características influyen en el producto. Me evocó también el concepto de intersubjetividad. Los tejidos en la red parecen tejidos a varias manos.

    1. Liliana, es cierto, el hilo define buena parte del tejido. Hace tiempo compré un libro sobre nudos y, en es libro, descubrí que algunos nudos son tejidos complejos. Para que sirvan a su función de nudo, y para poder hacer el tejido del nudo, es importante el hilo que usamos.

      El tipo y modo en que establecemos la conversación puede definir, en el tejido de redes humanas, la índole del hilo…
      Me gustó mucho imaginarme los tejido a varias manos, creando juntos un conjunto de códigos y posibilidades que quedan como legado para otros que luego vienen.
      Seguimos en la TRALeadera 🙂

  2. Francisco me encantó la forma en que nos presentas tu visión de lo que es tejer una red de aprendizaje.
    Yo agregaría que los que estamos tejiendo somos responsables de nuestros tejidos y de hacer las puntadas necesarias para enlazar los hilos que harán de nuestro trabajo lo que al final queremos conseguir. Yo he estado moviendo poco mis agujas en este trayecto de TRAL, por distintos motivos, y veo que mi tejido esta muy cortito. Hoy me propuse a ponerle ánimo y disposición para poder hacer un tejido bien nutrido donde aprenda puntadas nuevas y nuevos movimientos para mis agujas. Nos estamos leyendo

    1. Cecilia, gracias por añadir este punto, es cierto, somos responsables de nuestros tejidos, del propósito que tenemos al tejer, del modo preciso de hacerlo y de la decisión sobre las personas con las que hacemos la red.
      Esto me parece importante anotarlo porque entonces sí, nos coloca de manera proyectiva frente a lo que hacemos. Seguimos en contacto.

  3. Tejer deja rastros, de lo que hiciste, de tu cariño y tiempo, de los pasos que das, de dónde te detienes y de las destrezas que desarrollas, sin duda. TRAL es una gran metáfora para el aprendizaje en red. gracias por trasladarlo a tu experiencia personal, y al compartirlo ver este sentido de crear y gustar.

Deja un comentario